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¿Cuántos "tantitos" caben en un minuto?: la tertulia del tiempo
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El pasado jueves 28 de marzo se llevó a cabo la tertulia número 23 en las instalaciones de la Biblioteca Cossío que se encuentra bajo resguardo de Adabi de México. La misma tuvo como temática "El tiempo medido a través de un reloj" y fue presentada por Julián Yarza, como colaborador del Museo del Tiempo.
Gracias a la charla, el público pudo conocer la evolución que tuvieron las distintas maneras de medir el tiempo, hecho primero innegable y después necesario y hasta indispensable en algunas tareas humanas tales como la navegación.
Los primeros parámetros del transcurso del tiempo fueron los hechos astronómicos del día, la aparición del sol y su movimiento de traslación hasta que desaparece y entra la luna con sus propias fases. El propio movimiento de traslación de la tierra es otro medidor, al cambiar las estaciones.
Fue hasta el siglo II antes de nuestra era, que Hiparco de Nicea propuso la división del día en 24 horas, perfeccionando la división de Eratóstenes de la hora en 60 partes correspondientes a las latitudes geográficas, lo que permitió ampliar el conocimiento de la tierra en ese entonces.
Los egipcios ya conocían la medición del tiempo desde cinco siglos antes de nuestra era y crearon los obeliscos para que sirvieran como un reloj monumental.
Los primeros relojes que no dependieron del movimiento astronómico fueron las clepsidras que eran dos vasijas, una de las cuales trasvasaba el agua contenida a la segunda de una manera calculada; en la primera vasija contenía marcas interiores que indicaban la hora aproximada. Otro mecanismo semejante fue el reloj de aceite que determinaba la hora aproximada a partir del nivel de combustión. Los relojes de arena aparecieron una vez que se perfeccionó el paso de la arena entre los bulbos de vidrio y se convirtió en el reloj ideal para viajar en el mar, pues las sacudidas del agua no afectaban la medición.
Hacia el siglo VIII se tiene la noción de que Yi Xing, matemático chino, inventó el reloj mecánico que trabajaba a base de agua, sin embargo, estos mecanismos se corroían en pocos años y con el tiempo se sustituyó el agua por el mercurio con mejores plazos de duración.
De una manera muy amena, Julián Yarza explicó la importancia de la medición del tiempo en los medios de transporte, por ejemplo en el caso de los ferrocarriles, ya que era importante la puntualidad para que no llegaran a encontrarse en la misma vía al mismo tiempo; en el caso de los barcos, era igual de importante, pues un minuto de diferencia en el mar implicaba 30 kilómetros, lo que podía ser la diferencia entre navegar en aguas profundas, encallar o estrellarse contra la costa.
La inversión en el desarrollo de un reloj que no tuviera péndulo, patentado por Huygens, en la Holanda de 1657, puede explicar el poderío naval alcanzado con posterioridad por la flota británica en todo el mundo. De igual manera explicó la aparición de los relojes de bolsillo, puestos de moda por la realeza inglesa en el siglo XVII; lo mismo ocurrió con los relojes de pulso, primero diseñados para uso femenino, y posteriormente para los hombres.
A principios del siglo XX surgió el reloj de cuarzo que significó un avance para la industria al volver el mecanismo algo más barato; de igual manera, el reloj digital, creado a finales del siglo XIX permitió que las horas se marcaran no en la carátula, sino por discos giratorios que reflejaban la hora marcada por el mecanismo interno.
Los relojes conocidos como de Cu-cú son provenientes de la zona alemana conocida como la Selva Negra, y su sonido es producido por un pequeño fuelle interno que trata de asemejar el sonido de un pájaro propio de la región. El mecanismo de estos relojes tan complejos, como el que se ubica en Praga, permiten la aparición de otros mecanismos más complejos todavía como los autómatas, o los gramófonos, consolas y otros objetos que pueden ser observados en el Museo del Tiempo.
El día de hoy, manifestó Yarza, las personas ya no ven al reloj de pulso como algo indispensable en sus vidas; si necesitan la hora, sólo consultan el teléfono celular.
Entre las preguntas hechas al ponente estuvieron la de porqué el segundo fue dividido en un sistema decimal y no en un sexagesimal como se hizo anteriormente, a lo que contestó que el sistema decimal tardó en implantarse, pero tampoco era posible convertir los sesenta segundos del minuto al sistema decimal por el arraigo que ya tenía el sistema sexagesimal. De igual manera, otra persona del público hizo la observación que en ciertas comunidades mexicanas de los estados, la llegada del primer reloj público a la localidad es tenida como una fecha representativa para ellos, a lo que el invitado respondió que los relojes públicos eran muy significativos para la gente, y también eran un símbolo de estatus del edificio.
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1 de abril de 2019
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oai:recursosdigitales.adabi:480292024-02-27T20:13:02Z 2019 #¡VALOR! 1 de abril de 2019 ¿Cuántos "tantitos" caben en un minuto?: la tertulia del tiempo En curso 2019 El pasado jueves 28 de marzo se llevó a cabo la tertulia número 23 en las instalaciones de la Biblioteca Cossío que se encuentra bajo resguardo de Adabi de México. La misma tuvo como temática "El tiempo medido a través de un reloj" y fue presentada por Julián Yarza, como colaborador del Museo del Tiempo. Gracias a la charla, el público pudo conocer la evolución que tuvieron las distintas maneras de medir el tiempo, hecho primero innegable y después necesario y hasta indispensable en algunas tareas humanas tales como la navegación. Los primeros parámetros del transcurso del tiempo fueron los hechos astronómicos del día, la aparición del sol y su movimiento de traslación hasta que desaparece y entra la luna con sus propias fases. El propio movimiento de traslación de la tierra es otro medidor, al cambiar las estaciones. Fue hasta el siglo II antes de nuestra era, que Hiparco de Nicea propuso la división del día en 24 horas, perfeccionando la división de Eratóstenes de la hora en 60 partes correspondientes a las latitudes geográficas, lo que permitió ampliar el conocimiento de la tierra en ese entonces. Los egipcios ya conocían la medición del tiempo desde cinco siglos antes de nuestra era y crearon los obeliscos para que sirvieran como un reloj monumental. Los primeros relojes que no dependieron del movimiento astronómico fueron las clepsidras que eran dos vasijas, una de las cuales trasvasaba el agua contenida a la segunda de una manera calculada; en la primera vasija contenía marcas interiores que indicaban la hora aproximada. Otro mecanismo semejante fue el reloj de aceite que determinaba la hora aproximada a partir del nivel de combustión. Los relojes de arena aparecieron una vez que se perfeccionó el paso de la arena entre los bulbos de vidrio y se convirtió en el reloj ideal para viajar en el mar, pues las sacudidas del agua no afectaban la medición. Hacia el siglo VIII se tiene la noción de que Yi Xing, matemático chino, inventó el reloj mecánico que trabajaba a base de agua, sin embargo, estos mecanismos se corroían en pocos años y con el tiempo se sustituyó el agua por el mercurio con mejores plazos de duración. De una manera muy amena, Julián Yarza explicó la importancia de la medición del tiempo en los medios de transporte, por ejemplo en el caso de los ferrocarriles, ya que era importante la puntualidad para que no llegaran a encontrarse en la misma vía al mismo tiempo; en el caso de los barcos, era igual de importante, pues un minuto de diferencia en el mar implicaba 30 kilómetros, lo que podía ser la diferencia entre navegar en aguas profundas, encallar o estrellarse contra la costa. La inversión en el desarrollo de un reloj que no tuviera péndulo, patentado por Huygens, en la Holanda de 1657, puede explicar el poderío naval alcanzado con posterioridad por la flota británica en todo el mundo. De igual manera explicó la aparición de los relojes de bolsillo, puestos de moda por la realeza inglesa en el siglo XVII; lo mismo ocurrió con los relojes de pulso, primero diseñados para uso femenino, y posteriormente para los hombres. A principios del siglo XX surgió el reloj de cuarzo que significó un avance para la industria al volver el mecanismo algo más barato; de igual manera, el reloj digital, creado a finales del siglo XIX permitió que las horas se marcaran no en la carátula, sino por discos giratorios que reflejaban la hora marcada por el mecanismo interno. Los relojes conocidos como de Cu-cú son provenientes de la zona alemana conocida como la Selva Negra, y su sonido es producido por un pequeño fuelle interno que trata de asemejar el sonido de un pájaro propio de la región. El mecanismo de estos relojes tan complejos, como el que se ubica en Praga, permiten la aparición de otros mecanismos más complejos todavía como los autómatas, o los gramófonos, consolas y otros objetos que pueden ser observados en el Museo del Tiempo. El día de hoy, manifestó Yarza, las personas ya no ven al reloj de pulso como algo indispensable en sus vidas; si necesitan la hora, sólo consultan el teléfono celular. Entre las preguntas hechas al ponente estuvieron la de porqué el segundo fue dividido en un sistema decimal y no en un sexagesimal como se hizo anteriormente, a lo que contestó que el sistema decimal tardó en implantarse, pero tampoco era posible convertir los sesenta segundos del minuto al sistema decimal por el arraigo que ya tenía el sistema sexagesimal. De igual manera, otra persona del público hizo la observación que en ciertas comunidades mexicanas de los estados, la llegada del primer reloj público a la localidad es tenida como una fecha representativa para ellos, a lo que el invitado respondió que los relojes públicos eran muy significativos para la gente, y también eran un símbolo de estatus del edificio. 1 de abril de 2019 https://recursosdigitales.adabi.org.mx/s/noticiasAdabi/item/48029 https://recursosdigitales.adabi.org.mx/files/original/9bde1c36131a7e77bd9525234e76bf3cb9b25338.png
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